Danae C. Diéguez presenta el libro de Nuvia Estévez

Texto escrito por Danae C. Diéguez para la presentación del libro de poemas Las muñecas, las putas, las estatuas, de Nuvia Inés Estévez.

Hace poco descubrí un libro de poesía que fue, literalmente, una especie de mazazo para los sentidos. El libro Últimas piedras contra María Magdalena de Nuvia Estévez. Un libro manoseado y manchado, un libro que, según Nuvia, fue su desacato primero y consciente en la poesía. Es un libro escrito con visceralidad, con fuerza, con la alevosía de quien se sabe provoca y escandaliza. Son décimas llenas de rabia, décimas escritas para provocar a la décima. Son poemas libres, poemas de una mujer que decide hablar para gritar, para no callar su voz que viene de todas las provocaciones que su cuerpo le pide. Mientras leía me encantaba la idea de convertir la décima en ese terreno fértil para el erotismo femenino, para encontrar todas las desnudeces que la palabra permite dentro de esa rima a la que nos acostumbramos pero que ahora se vuelve pérfida, altanera, juguetona.

Del poemario Las muñecas, las putas, las estatuas hablará Kelly Martínez-Grandal, solo me limito a decir que Nuvia es una voz poética fuerte porque, entre muchas razones, entró en las provocaciones del lenguaje y las feminidades.

El arte y la literatura convirtieron a las voces femeninas, durante mucho tiempo, en voces preteridas, silenciadas… ¿nombres? infinitos: Sylvia Plath, Camille Claudel, Elena Garro y otras tantas. El canon ha sido y es, aún, varón. Ha sido un canon pensado desde nuestros colegas y ha silenciado voces, estilos, lenguajes. Quizás haya quienes crean ya no sucede. Me quedo con los puntos suspensivos y con la interrogante de si hemos logrado sincerar las preguntas y sus respuestas. Por ahora comentar -pues de lo otro he escrito mucho ya-, que cuando las mujeres decidieron hablar y contar y poetizar lo hicieron desde lo autoreflexivo, la primera persona empezó a mostrar las zonas invisibles en los grandes relatos, ellas se autorrepresentaron, mostraron los rostros de lo cotidiano, hablaron de su rabia, de sus «supuestas histerias», hablaron de sus cuerpos, de su sangre, de sus deseos. Ya no dejaron nadie más hablara por ellas y asumieron esa voz del desacato. Provocaron al canon, al paradigma, con el lenguaje de lo aparentemente «intrascendente» y convirtieron entonces lo mínimo en un gran relato.  Y Ahí está Nuvia Inés, ahí está con su voz desafiante y seductora, habla desde la necesidad de mostrar a una mujer que reivindica los tiempos y los espacios de todas las mujeres que la habitan.

Me cuenta Nuvia que empezó a escribir cuando dio a luz a su niña y del parto nació Rachel junto a la palabra desenfrenada, metáfora que la define porque Nuvia es una madre amantísima y una abuela atípica. Nuvia reconquista todas las voces de mujeres de las que proviene, pareciera que su voz es también el eco de los silencios de ellas, de todas, Nuvia es, además, una seductora mujer que habla desde el deseo y no le teme a la verdad de las palabras desde su cuerpo. Ahí está Ah Mis Tetas, décima a lo que ella llama «querubines correteando por el pecho».

Su poesía es, para mí, una de las más auténticas palabras de la poesía cubana de estos años. Para mí, mi amiga es ya canónica, porque habla desde la sinceridad, la provocación y el poderío del lenguaje que sabe usar a su antojo.

Les dejo con este poema que pareciera ser, en este libro, una declaración de principios:

Mujeres

Pérfidas somos   astutas

hechiceras y falaces

sigilosas y voraces

viperinas     diminutas

alimañas     prostitutas

endiabladas     veleidosas

indomables      ominosas

Y el hombre sabio agoniza

si faltamos va de prisa

al suicidio

Somos diosas


Las muñecas, las putas, las estatuas, de Nuvia Estévez fue presentado en Miami, el viernes 3 de noviembre de 2017, durante la I Edición de Fuera de Catálogo.

El libro se encuenta a la venta por Amazon.

Las muñecas, las putas, las estatuas, pertenece al Catálogo Yulunkela, de CAAW Ediciones.