Dánae Diéguez, Kelly Martínez-Grandal y Legna Rodríguez (de izquierda a derecha)

Palabras de presentación de Dánae Diéguez al libro de poemas Medulla Oblongata, de Kelly Martínez, el viernes 29 de septiembre de 2017, en Altamira Libros.

Para escuchar los silencios de Kelly

Alguien dijo alguna vez que «la poesía es un silencio que alguien de oído muy fino escuchó». Dediqué años de mi vida a explicar cómo se develaba en el texto literario ese silencio, qué claves, qué argucias, qué laberínticas estrategias del lenguaje estaban ahí para mostrarnos esos misterios de la palabra, esos silencios tan elocuentes. Heme aquí hoy frente a un libro lleno de silencios, heme aquí intentando transitar por el pedazo de vida que Kelly decidió regalarnos y heme aquí intentando leerle lo que misteriosamente calla. Por eso hoy, mis clases de teoría literaria se han tenido que quedar discutiendo entre ellas, porque es difícil escribir sobre un libro que lo primero que hizo fue provocarme un suspiro y, como me decía un maestro que quise y respeté mucho, lo tienes que dejar sobre el pecho, respirar y después retomarlo. Siempre nos decía que cuando manoseas un libro ese aliento de «toma calma y sigue» es una clave de cómo la buena literatura hace de las suyas. Y claro, el oído fino ha tenido que ser entrenado.

Kelly hizo me reencontrara con el espíritu de la poesía que más amo. Sus poemas son el lenguaje del camino, de los reencuentros y desencuentros. Por eso, leerla, amén de ser un libro tan personal, es también leerme.  Lo interesante de la poesía en el que el viaje interior se vuelve médula de la existencia es que la travesía empieza a ser compartida por quienes vivimos los viajes infinitos del autorreconocimiento y los viajes infinitos de las feminidades en todas sus búsquedas: Nunca le sirvieron los zapatos de muñeca, su baile pequeño. Sus ojos no eran de cristal o plástico, no estaban hechos solo para pestañear. Y ahí, mientras Kelly decide hacer su declaración de desacralización asistimos a una voz que acompañamos porque los zapatos de muñecas no nos pertenecen, digo, a muchas no nos pertenecen. Por eso, es también un libro con ciertas incomodidades que ella sabe sostener muy bien desde lo poético:

Ellos vinieron,

Ellos entraron a la fuerza;

Atacaron

A las mujeres y las bestias.

Se defendió

Entre sus piernas corrió

Un rumor de sangre.

Kelly susurra. Susurra y provoca. Provoca y se rebela. Se rebela y existe. Pero es un camino, el camino al que ha tenido que someterse para encontrarse, y no como un cliché repetido, sino el de la mirada puesta en si misma para poder dejar de ser inmanencia. Y para mí, ahí radica la condición más importante del libro: cuando dejamos de ser inmanencia para ser existencia, pregunta que Kelly responde para entenderse y descubrirse en los viajes: en los físicos (sus dos exilios) y en los de las eternas preguntas para encontrarse. La taza de la abuela, sus prendedores. El largo cabello de mamá a los treinta.

Kelly es también una bruja, maga y, por eso, los guiños a mitos y deidades, porque sabe que sus ancestros vagan y le pertenecen. Pero también le guiña a sus autoras, a aquellas de las que bebe casi como una pócima y la poseen. No hace falta una cita, el juego literario está armado porque ellas son ella, Ajmatova, Plath, Doris Lessing y otras… no importa si sus nombres no los leen, no los ven, están en esos silencios antes descritos, porque están en las rebeldías de la escritura femenina que Kelly ha asumido. Una escritura que decidió ser dulce y pecaminosa y, claro, esa es, lo que creo, la luz de este libro: ese andar sinuoso entre la pureza y la fiereza, y ese andar tiene como virtud el equilibrio de quien, en medio de ese camino, se descubrió exorcizando demonios mientras escribía.

Nota personal:

Querida Kelly. Gracias por ayudarme a exorcizar también mis demonios. Hacía rato pataleaban ahí sin encontrar modos, formas, maneras de «mesuradamente» despojarse ellos de mí. No sé si supe leer en tus silencios, pero ya sabes lo que revivieron en mi tus Talismanes. Tu elocuencia sin palabras es tu fuerza y tus palabras; tu médula. Oigo ahora, de nuevo, gracias a ti, el llamado telúrico de las madres ancestrales, porque tu poesía tiene el don de la teluricidad y la bondad de la reverencia, reverencia a ellas como a ti misma.

Te regalo un poema de mi poeta. Volví a ella mientras te leía, ¿rara casualidad sería que las dos adoraban los silencios?

POEMA XIII

Tú tienes alas y yo no: con tus alas de mariposa juegas en el aire, mientras yo aprendo la tristeza de todos los caminos de la tierra. (Dulce María Loynaz)

Medulla Oblongata está a la venta en AmazonCreateSpace eStore y Altamira Libros (Coral Gables).